lunes, 26 de marzo de 2012

EL MAPA DEL MUNDO

Todo hace sospechar que los mapas han estado presentes en la vida de los hombres desde sus más irrastreables orígenes y nada cuesta imaginar que unas pocas líneas trazadas con la punta de una rama sobre el suelo bien pudo haber sido su configuración primera.

Junto a unas tablillas babilónicas, uno de los mapas más antiguos de los que se tienen noticias es el petroglifo de Bedolina, al norte de Italia, del que se piensa representa caminos y campos de cultivo, realizado hacia la edad del bronce.

Petroglifo de Bedolina en Valcamónica, norte de Italia.

También se piensa que a la edad de piedra debió precederle una edad de madera de la que nada, pero menos aún un mapa, nos ha llegado. Sin embargo podemos por diversión fantasear sobre el aspecto de estos mapas a partir de aquellos usados por los polinesios para ubicar en el mar los vientos y las corrientes entre sus islas.

Mapa utilizado en la Polinesia

Con bastantes dudas, se suele afirmar que Tales de Mileto dibujó el primer mapamundi. Con algunas menos que Ptolomeo la primer cartografía con coordenadas. Es por esto que a este último se le atribuye el haber introducido la convención de situar el Norte en la parte superior, quedando el Este a la derecha, el Oeste a la izquierda y el Sur hacia abajo.

A pesar de cierta intermitencia en la Edad Media, donde en algunos casos el Este se colocaba hacia arriba, la convención ptolemaica ha permanecido de manera tan incuestionadamente persistente en la cartografía de la última veintena de siglos que se la toma como natural, siendo como es tan solo arbitraria. A ello ha contribuído la conveniencia que ha tenido para los sucesivos imperios situados en el hemisferio norte, que hasta ahora han tenido una posición central en la historia, la ubicación superior, simbólicamente dominante, que esta manera de trazar las coordenadas les otorgaba en el mapamundi.

Es fácil de entender que tal convención sólo haya sido deconstruída por aquellos a quienes sitúa en una posición inferior o marginal, que son además quienes han sentido mayor necesidad de relativizar esta parte, como tantas otras, del discurso dominante que se nos presenta siempre no como una decisión humana, y por lo tanto relativa, subjetiva, falible, criticable, interesada, modificable, etc., sino como algo neutral y exterior a ella.

Aunque no podamos afirmar tajantemente que el primer mapa que se haya hecho con esta intención revisionista sea el que dibujó de Sudamérica en 1943 el artista uruguayo Joaquín Torres García, debemos otorgarle a éste el honor de ser el primero en adquirir fama mundial, justamente por plantear una crítica directa a la mirada eurocentrista subyacente en tal convención.


Mapa de América al revés, Torres García

Mapamundis dibujados con el Sur hacia arriba son frecuentes en países del hemisferio sur como Australia o Nueva Zelanda, de los que se pueden encontrar varios ejemplos en The Upsidedown Map Page. Una de las últimas iniciativas en este sentido la ha aportado en 2007 un senador chileno quien, desde una postura más bien reactiva que crítica, se ha propuesto dotar a todos los colegios de su país con un mapamundi donde el hemisferio norte se ubica en la parte inferior y Chile en el centro de la cartografía, con la intención de educar a sus conciudadanos sobre la posición central de su país como plataforma comercial en la cuenca del Pacífico.



Mapamundi australiano

Esta pequeña-gran relectura de las coordenadas con las que construimos el mapa del mundo, nos dejan entrever que calificativos como "natural" y "neutral" jamás son inocentes. Detrás de estas dos máscaras siempre hay una perspectiva humana particular que, ingenua o maliciosamente, pretende conservar su status convenciéndonos de que las cosas siempre han sido, son y serán de una misma y única manera. Aunque la experiencia de la realidad se empeñe en demostrarnos todo lo contrario.

P.S:



Geografía comprada:   EEUU + Europa + China = África

4 comentarios:

  1. Hola, Diego.
    A mí, que los mapas hayan situado el norte ‘arriba’ me parece más bien fruto de la casualidad o de razones que no tienen mucho que ver con el euronortismo (los navegantes del hemisferio norte buscaban la estrella polar para orientarse en el cielo nocturno). La costumbre es una fuerza poderosa, no todo hay que atribuirlo a la ingenuidad o a la malicia. El problema, según creo, no es saber qué está arriba y qué abajo, sino dónde está el centro. Los chinos llaman a su país ‘El Reino Medio’ (Zhongguo) pese a que, como todo el mundo sabe, China no esté en el centro, sino en uno de los extremos. Los griegos, por su parte, no dudaban al afirmar que el ombligo del mundo se encuentra en Delfos. Creerse en el centro de todas las cosas sí es una forma narcisista de ver la realidad, pero debemos ser comprensivos: uno tiende a considerarse más importante de lo que realmente es. Por lo demás, contemplar uno de esos mapas en los que el sur se coloca arriba, causa cierta extrañeza, sobre todo porque te das cuenta de hasta qué punto nuestro planeta es agua...
    Un saludo.

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  2. Mi alusión a la ingenuidad o la malicia no iba dirigida a la ubicación de los puntos cardinales en el mapamundi "cásico", sino a los calificativos "neutral" y natural" aplicados a las construcciones humanas, entre ellas el mapamundi. De todos modos para mí el dato que indica que en el mapamundi clásico subyace una mirada "norteña" es el hecho de que en muchos países del hemisferio sur haya surgido la necesidad de darle la vuelta al mapa para no verse representados en la parte inferior del mapa, que según parece en todas partes es tenida por peor que la superior.

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  3. Quien califica como ‘natural’ o ‘neutral’ un mapa orientado hacia el norte, puede hacerlo con perfecta inocencia. No es inocente, en cambio, el que decide invertir la orientación tradicional. El primero acepta una costumbre tal como le viene dada, sin que haya en él ningún tipo de intención, ya que asume un estado de cosas previo; el segundo, que ha encontrado que esta orientación implica un dominio simbólico, decide ser él el que domina: violenta un código que tiene como fin básico facilitar la comunicación y lo reduce a un artefacto cuya sola utilidad es la representación simbólica de las relaciones (reales o fantásticas) de dominación.

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    1. Seguramente es como dices, el pobre hombre que regenteaba una plantación en el siglo XVIII a orillas del Mississippi cuando iba al mercado a comprar un esclavo, asumía inocentemente un estado de cosas previo ya que aceptaba una costumbre como le venía dada. El esclavo era el que no tenía nada de inocente al querer reventar el grillete con suma violencia, subvirtiendo el orden establecido y aniquilando la paz social.

      Un cura que trabaja en un colegio católico de mi pueblo (y como se sabe la Iglesia se dedica inocentemente a comunicar el mensaje que Jesús trajo al mundo y no a inculcar el verticalismo paternalista) le dijo a un vecino mío de 15 años, que es su alumno, una frase con la cual probablemente congenias: "Hijo, la libertad consiste en hacer lo que te mandan con alegría".

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